La conducción
Antes de conducir por un país anglosajón, (que como bien sabéis lo hacen por la izquierda y con el volante a la derecha) son muchos los miedos, a saber: ¿tienen los “pedales” la misma distribución y la misma función? Respuesta: sí.
¿Las marchas tienen la misma distribución que en España? Respuesta: sí (obviamente el cambio está situado a nuestra izquierda, y con nuestra mano izquierda insertamos, por ejemplo la primera, a la izquierda y hacia delante).
El primero consiste en tener una “amable terapia” con la persona, o personas, que va a ejercer de copiloto durante el viaje ya que los pasajeros de la parte trasera, no tienen el mismo “efecto cuidado con la sebe” o “efecto cuidado con la cuneta” o “efecto nos la damos con el retrovisor”.
Es decir, unos días antes del viaje deberíamos tener “reuniones” con nuestros posibles copilotos, en las que trataremos de infundirles confianza en nuestras dotes de pilotaje, máxime si nuestro bagaje de accidentes es “Cero” (si no es “Cero”, la terapia tendría “cero” resultados).
Una vez mentalizado nuestro posible copiloto, no creáis que lo tenemos todo hecho…va a ir casi siempre acongojao”: “cuidao, cuidao”, “uff por qué poco”, “voy a podar los setos”, “menos mal que no había piedras en la cuneta” “más despacio, jopelines (por obviar palabras malsonantes)” “¡por la izquierda, por la izquierda!” etc, etc.
El segundo es aprender la siguiente canción (tipo Barrio Sésamo) con todos los pasajeros, para que te la recuerden de vez en cuando al llegar a un cruce: “a la derecha por la izquierda” o “a la izquierda por la izquierda”, es una forma divertida para que todos los viajeros tengan también su “responsabilidad”.
En Irlanda, hay poca autopista (muy poca). La carretera generalmente es “nacional” (doble sentido y sin arcén). Aunque he de decir, también, que hay tramos de “nacional” buenísimos; casi comparables a una autovía de doble carril. Y digo lo de “casi”, porque no es un carril sino un arcén muy ancho (tan ancho que puede circular un coche por él).
Esto fue una de las cosas que más me llamó la atención circulando por Irlanda. Cuando vas por una nacional de “arcén ancho” te das cuenta porque la línea que divide el carril del “arcén ancho” es discontinua. Insisto en lo del “arcén ancho” porque supongo que lo es, ya que si no lo es… ¡pues no hay arcén!.
El funcionamiento del “arcén ancho” es algo parecido a lo que aquí estamos acostumbrados a llamar “carril de vehículos lentos”. Y me refiero a “parecido” porque si el vehículo que te precede “considera” que va más lento que tú, generalmente, se suele apartar y circula por el “arcén ancho” hasta que lo rebasas. Ni qué decir tiene, si te imaginas que por ese “arcén” puede ir circulando un tractor, en un cambio de rasante o curva.
El resto de carreteras, la gran mayoría, son lo que aquí llamamos “comarcales” sin arcén (of course) y sin rayas de pintura delimitando el asfalto y/o carril. Generalmente no hay problema, ya que el tráfico es muy escaso. Pero… ojo, si viene alguien en sentido contrario.
Aquí voy a hacer dos menciones especiales.
De todos los trayectos que hicimos por carreteras irlandesas, dos lugares me llamaron la atención especialmente por su peligrosidad (en el sentido de encontrarte con otro coche de frente).
Probablemente el Condado con menos circulación de toda Irlanda. Por eso debe ser.
En el trayecto entre Cong North y Leenane fuimos detrás de un “Todoterreno” (al que me costaba “seguir el ritmo”) con remolque (donde llevaban dos caballos) y todavía nos extraña como, milagrosamente, no nos cruzamos con otro vehículo en más de una veintena de kilómetros, (porque se la hubieran dao) y cómo no llegó a volcar el mencionado remolque con los caballos (por lo menos hasta que se desvió por otra carretera) después de “meter la rueda” en la cuneta más de media docena de veces.
El segundo lugar, aunque el primero en peligrosidad, está al sur de Dublín… curiosamente la zona más poblada de Irlanda.
Después de visitar la famosa cascada de Powerscourt Waterfall, y dado que el Tomtom (fiel navegador) parecía haberse “perdido”, le preguntamos al “amable cobrador” (de la entrada a la Cascada) el camino a seguir para llegar a las Ruinas de Glendalough. Nos indicó un camino (bueno, carretera, que estaba asfaltado) por el cual tuvimos (por lo menos tuve yo) dos sentimientos encontrados. Por un lado, ganas de volver pa matar al paisano y, por otro lado pa darle las gracias.
Me explico.
He de recordar, a los que no lo sepáis, que somos asturianos. Esto quiere decir que estamos acostumbrados a carreteras sinuosas, estrechas, bacheadas, puertos de montaña, vegetación en las cunetas, etc. Y jamás, repito, jamás lo pasé peor que por la maravillosa “carretera” que va por el Valle de Glenmacnass. Vamos, que ni cruzándome con un autobús subiendo a los Lagos de Covadonga en un día nublado y lluvioso.
En tres ocasiones, tres, miré al cielo y di las gracias (al parecer sólo me delató la cara que puse en una ocasión, pero fueron tres). Por estos lares, al igual que por Galway, la gente “conducen como locos”… literalmente. Lo que ocurre es que contrariamente a lo que sucede por Galway, aquí sí hay “tráfico”. Impresionante.
Y por otro lado daban ganas de volver a ver al paisano, esta vez pa darle las mil gracias, por mandarnos por el trayecto más largo pero a la vez el más bonito. Verdad era que estábamos agotados (era nuestro penúltimo día) y la carreterita (y los que por ella iban) nos hizo “eterno” el trayecto pero, por el paisaje que descubrimos, mereció la pena.
Este trayecto fue bautizado por Javier como “Mistery Tour”, porque realmente (el Tomtom no “recibía”) fue el único momento de todo el viaje en el que nos sentimos perdidos (fue por poco tiempo, la verdad.)
1- Al copiloto/as porque a pesar de llevar navegador, fueron necesarias sus indicaciones recordatorias. (no soporto las “voces” del navegador)
Y cuando el navegador “se perdía” siempre había alguien con un mapa en la mano, para encontrar el camino.
2- A los indicadores de carretera. Simpáticos, en muchos momentos, por “apretados”. Vamos que si vas sin navegador (cosa no recomendable) y te encuentras un cruce… para saber por dónde tienes que ir tienes que parar… tranquilamente.
3- A Dublín. Lo dicho que para el resto de carreteras, con navegador “no problem”. Ojo al hacer los giros, porque fue el único sitio donde me metí por el carril contrario (cada sentido tenía por lo menos tres carriles) bueno, ejem, era de noche, estaba cansado (muy cansado), había varios carriles… en fin, me equivoqué.
“Chapeau” para los dublineses que, acostumbrados a las “meteduras de pata” de los “no anglosajones”, no me dedicaron ni un solo pitido, sino que esperaron pacientemente a que maniobrara para dar la vuelta. Es de agradecer, porque recordemos que hablamos de una Gran Urbe…
Paisajes, Abadías, Castillos, Acantilados, Lagos, ovejas… es mayormente lo que nos vamos a encontrar si conducimos por Irlanda, país maravilloso al que espero volver (todavía nos queda mucho por conocer y hacer… (por ej. el Gap of Dunloe, Killarney, en bicicleta).
Es decir, viajar en coche es recomendable cien por cien. Además gozamos de la suerte del buen tiempo… qué más podíamos pedir…
Hasta aquí mi experiencia al volante “mi primera vez” en un país anglosajón. Llegamos sanos y salvos (la Ford Galaxy ya tenía rayones por el lado izquierdo, ein?).
A una sola persona, que le pueda servir lo que acaba de leer, habrá merecido la pena el “tostón”.
Si algo me quedara en el tintero, mis compañeras/o de viaje, lo remediarán.
Un Saludo